Obras
Proyecto
El Molino, Fábrica Cultural
- Localización: Santa Fe, Argentina
- Tipología: Institucional
- Finalización: 2010
- Superficie construida: 1935 m2
Arquitectos
Mario Corea
Francisco Quijano
Silvana Codina
Luis Lleonart
Asesor
Claudio Vekstein
Estructura, Instalaciones
Tomás del Carril
Raúl Utges
Alejandro Ferrarini
Daniel Gutiérrez
Colaboradores
Milena Alessio
Juan Carlos Blando
Franco Campodónico
Nadia Ferretti
Jorge Giunta
Eleonora Piriz
Fabio Scarano
Julia Garay
El molino Franchino se erige como una metáfora a la espera de convertirse en hábitat, para recuperar su dimensión, para ser habitada de decir sus palabras.
La palabra es un molino; lo que significa el uso de moler, pulverizar, para convertir los objetos pesados en otros más ligeros, para destruir la totalidad con el fin de lograr la sutileza. Es algo que se usa para cambiar el asunto en una cosa diferente, la harina de lenguaje, una manera de nombrar.
El "molino" es al final un molino harinero, un homenaje visible al trabajo y a la acción humana, a la secuencia para recrear la materia, para obtener el pan.
Por lo tanto, hay un giro en la elección del color blanco, del todo a las partes, de la plancha hasta el cuerpo, la materia a la sensación. Es una pieza de trabajo con varios idiomas donde la construcción es la poesía, la soldadura puede ser silenciosa, una línea en el agua, una cadena convertida en canción.
Una fábrica culturales nace, un lugar donde se cree que, diseñados y producidos de diferentes tipos de bienes culturales: juguetes, muebles, libros, piezas de arte, fotografías, películas y espectáculos.
El criterio de la conservación y la recuperación se aplica en este caso, no sólo por su relevancia histórica, sino también por su valor constructivo y espacial. En esos espacios las actividades didácticas y expositivas se colocan que están relacionadas con el diseño industrial y general. Se trata de un espacio de usos múltiples dedicado a las embarcaciones y la escuela de arte y un lugar donde los productos manufacturados, así como el proceso de fabricación se pueden exhibir.
Con el fin de cubrir este espacio y crear un agradable un espacio resguardado las "bóvedas cáscara" fueron adaptados y utilizados. Estas bóvedas fueron desarrolladas en los años 40 por el arquitecto Amancio Williams, reclasificando un elemento arquitectónico, lo que significó uno de los puntos más altos de la arquitectura argentina.